Competitividad
es una palabra muy utilizada en el entorno político y empresarial (muchas veces
como “cliché”), sin embargo para un país, este concepto, relacionado fuertemente
a la productividad, es importante y fundamental porque representa esfuerzo
organizativo y capacidad de mantener ventajas comparativas de productos y
servicios en calidad e innovación, para proveerlos eficientemente al entorno
internacional.
Lamentablemente
no percibimos una mejora en nuestra competitividad porque no avanzamos en
diferentes factores y procesos que miden, comparan y aseguran el estado
competitivo de un país, tales como, instituciones públicas, tecnología, producción,
diversificación, inversión, exportación, infraestructura, educación, capital
humano, apoyo a Pymes, disciplina fiscal y cohesión social.
Esta situación se
corrobora en los más importantes índices de competitividad del mundo. En el Índice
de Competitividad Global del Foro Económico Mundial (IGC), entre 2012 y 2014
retrocedimos 4 puestos (del 61° al 65° entre 143 países) estando muy rezagados
en funcionamiento institucional (118°) e innovación (117°). En el Anuario
Mundial de Competitividad del Instituto Internacional para el Desarrollo
Gerencial (IIMD), entre 2013 y 2015 hemos caído estrepitosamente 11 puestos,
del 43° (2013) al 54° (2015) entre 61 economías. Y en el Índice de Facilidad
para hacer Negocios (Doing Business), entre 2014 y 2015 bajamos del puesto 35°
al 34° y además cayendo en 6 de sus 10 variables.
Bajo este
panorama nuestra baja competitividad está relacionada principalmente a una
deficiente innovación e inconsistente productividad; una precaria
institucionalidad que posibilita corrupción, lavado de activos, narcotráfico,
inseguridad ciudadana e informalidad; serio déficit en infraestructura; baja
calidad educativa y retrasada ciencia y tecnología e investigación.
Pero
increíblemente el gobierno considera que avanzamos. En abril de 2014 el ex ministro
de Economía Castilla aseguró que de 60 metas de la agenda de competitividad
2012-2013 se cumplió 88%, y el pasado 26 de abril el actual ministro Segura reportó
que de 65 metas de la nueva agenda 2014-2018, solo en 8 meses han avanzado 19%.
Según la Directora
ejecutiva del Consejo Nacional de la Competitividad, Angélica Matsuda, “más
allá del avance cuantitativo, lo más rescatable es que este avance se está
dando dentro de una visión integral compartida” (explicación inconsistente), pero
ciertamente, mientras no se realicen profundas reformas como herramientas de
cambio y transformación de los factores y procesos (antes mencionados) que aseguran
el estado competitivo de un país, seguiremos retrocediendo en nuestra
competitividad.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 11 de julio de 2015