
La actividad industrial desenfrenada y modo de vida dependiente de los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas) ha contaminado la atmósfera, y el planeta acelera sus irreversibles efectos destructivos. Según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), si la temperatura de la superficie terrestre a fines de este siglo aumentara 4 a 5 °C se elevaría el nivel de los mares en medio metro, inundando regiones costeras y muchas metrópolis del mundo, mientras sequías y desertificación azotarían a un tercio del planeta y gran parte de las aguas subterráneas se volvería salobres; del 40 a 70% de las especies del mundo quedarían en riesgo de extinción. En Sudamérica se reduciría entre 15 y 20% la disponibilidad de agua y desaparecerían los glaciares y recursos hídricos.
En el caso del Perú, a pesar que emite menos del 1% de gases contaminantes, es uno de los ocho países más vulnerables del mundo a este fenómeno y ya sufre sus graves efectos. En los últimos 35 años nuestros glaciares –que cubren el 71% del total de la región andina y son gestores de la vida de los ríos amazónicos– se han reducido en 22%, equivalente a la pérdida de unos 7 mil millones de metros cúbicos de agua.
En este contexto en que nuestra actuación en esta cumbre debe ser propositiva es inexplicable la inasistencia del presidente Alan García. Debemos instar a los países desarrollados a que asuman sus responsabilidades históricas de reducir significativamente sus emisiones e indemnizarnos con transferencia tecnológica y recursos económicos anuales no reembolsables para la adaptación y mitigación de nuestro país a los graves efectos de este fenómeno climático.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 5 de diciembre de 2009