No
es difícil entender que el comunista Castillo actúa como un populista de
extremo porque atenta contra la democracia empleando el tratamiento de la
política en sentido negativo y el uso sistemático de una retórica incendiaria,
tratando por todos los medios de imponer una inviable Asamblea Constituyente y
el cambio de nuestra Constitución vigente como “la bandera de la mayoría del
pueblo” (reiterado y comprobado con la solicitud de cuestión de confianza al Congreso
presentada el pasado día 17 por el premier Torres para derogar la ley 31399 de
fecha 25 enero 2022 que protege la Constitución limitando el referéndum),
además, tratando de transformar las bases económicas y sociales del país y
usando el clientelismo, ofrecimientos y promesas para usurpar el nombre de “el
pueblo” repitiendo “haré lo que el pueblo me diga”, buscando crear una relación
con la población, especialmente en las regiones y con las clases menos
favorecidas, azuza la rabia y el odio actuando sobre sus emociones, sigue un
discurso repetitivo, explosivo y confrontacional para movilizarlos por medio
del enfrentamiento de clases sociales, rechazando a la élite, culpable de los
problemas del país que concentra la riqueza afectando a los más pobres,
tratando de crear un pueblo y un antipueblo, una sociedad de dos grupos
antagónicos.
El
populismo extremo de este gobierno lo lleva a ofrecer insólitas e
inviables promesas,
durante
sus visitas a ciudades y pueblos, en actividades oficiales o en plazas públicas,
promete proyectos
regionales,
construcción de aeropuertos, carreteras y desembarcaderos pesqueros, gas para
todos, bionegocios
en la Amazonía, nombramiento de profesores y trabajadores de salud con aumento
de remuneraciones, inversión en instituciones educativas e ingreso libre a
universidades e institutos públicos, recuperación de industrias culturales,
hasta entrega de bonos por doquier, solo en los 15 consejos de ministros
descentralizados dejó 238 promesas incumplidas.
Bajo
este panorama, el populismo extremo que encarna este gobierno comunista
marxista leninista es predominantemente destructivo, no quiere rendir cuentas
al país, ataca al Congreso y Fiscalía y obstruye la justicia sobre sus graves
investigaciones, además, porque deteriora las bases de la productividad y
rentabilidad atacando la empresa privada afectando la economía y empleo, y es
excluyente porque rechaza, desprecia y repudia la libertad de prensa y
expresión, pero también, por sus tintes nacionalistas y refundacionales (nueva
Constitución) están resueltos a eternizarse en el poder. Con el gobierno de
Castillo no vemos ni por asomo un país próspero y seguro, por el contrario,
vemos, por culpa de su populismo, autoritarismo, prepotencia y corrupción, un
país debilitado, con inseguridad política, económica y social y con nuestra
democracia e institucionalidad gravemente afectadas.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el
diario EXPRESO, fecha 19 de noviembre de 2022