En solo 11 días
sucedieron dos gravísimos derrames de petróleo en la Amazonía, en el Oleoducto
Norperuano (ONP) operado por Petroperú, el primero, el 25 de enero (tramo II, km
441) en el distrito de Imaza (Bagua) Amazonas, afectando tierras agrícolas y aguas
de la quebrada Inayo, deslizándose por lluvias torrenciales hasta el río
Chiriaco (afluente del río Marañón), y el segundo el 3 de febrero (ramal norte,
km 206) en el distrito de Morona (Dátem del Marañón) región Loreto, afectando el
río Morona y la desembocadura de la Quebrada Cashacaño. Más de 3,000 barriles
derramados obligaron la declaratoria de emergencia sanitaria en 6 distritos que
abarcan 16 comunidades y 5 etnias amazónicas, dejando más de 2,000 damnificados.
Dichos derrames
se suman a decenas producidos los últimos años en el oleoducto, y cuando
suceden, Petroperú ensaya pretextos de cómo se produjeron (accidentes
naturales, sabotajes) y minimiza los daños ocasionados, además de comunicar la
activación del plan de contingencia y acciones inmediatas de limpieza y mitigación
que nunca son completas y la restauración y saneamiento duran muchos años.
Pero lo más
preocupante es que para el presidente de Petroperú, Germán Velásquez, el ducto
se encuentra en perfecto estado asegurando además que estos dos derrames se produjeron
por causas naturales, siendo refutado por el ministro del Ambiente, Manuel
Pulgar, quien manifestó que desde hace años los derrames son producidos por obsolescencia
y falta de mantenimiento. Asimismo, el Organismo de Evaluación y Fiscalización
Ambiental (OEFA) acaba de reafirmar que dichos derrames fueron consecuencia del
deterioro de tuberías transportadoras por un proceso corrosivo externo por falta
de mantenimiento.
Bajo este
panorama cada derrame de petróleo es una emergencia ambiental por producir
daños reales a la salud humana y los recursos naturales. El presidente de Petroperú,
Germán Velásquez, debería renunciar y la empresa recibir una drástica sanción y
ser obligada a dar estricto cumplimiento al plan de trabajo de mantenimiento
predictivo, preventivo y correctivo del oleoducto con inspecciones periódicas a
tuberías y derecho de vía (zonas externas) usando tecnología de punta,
principalmente en los tramos de región selva, ramal norte y tramo I (cubierto
por agua la mayor parte del año) y región montañosa y lluviosa del ramal II, para
prever y anticipar posibles roturas en tuberías por corrosión, pérdida de
espesor, distensionamiento, abolladuras, baja protección catódica, y zonas de
vía.
Artículo de Alfredo
Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 20 de febrero de 2016