Artículos de opinión de Alfredo Palacios Dongo

PROGRAMAS SOCIALES Y MEDICIÓN DE POBREZA

Se ha desatado en nuestro país un gran debate sobre la conducción y eficacia de la política social y programas sociales del gobierno, especialmente en zonas rurales, vulnerables, y de riesgo, donde ronda la pobreza, hambre, miseria y desnutrición. La evaluación de la gestión social se logra midiendo la pobreza, la cual, según la ministra de Desarrollo e Inclusión Social (Mides), Mónica Rubio, no hay consenso sobre la mejor manera de hacerlo.

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) la mide usando el método de “pobreza monetaria” considerando el gasto de los hogares y no el ingreso, es decir, mide la capacidad de compra pero no el consumo efectivo de bienes. Según esta medición, una persona es pobre si no puede adquirir una “canasta básica alimentaria” (mínimo requerimiento de energía sin considerar otras necesidades primarias) bajo la “línea de pobreza” equivalente a S/. 284 mensuales, sin embargo, con un sol más, S/. 285 (S/. 9.50 diarios), no es pobre, y si gasta menos de S/. 151 es pobre extremo, pero con un sol más, S/. 152  (S/. 5.06 diarios), ya no lo es.

Los porcentajes de ésta desfasada medición no reflejan la realidad porque no evalúa el desarrollo social, actualmente existen 7.8 millones de pobres, sin embargo, según medición de la Universidad del Pacífico empleando el método multidimensional habrían 11.9 millones, o con una medición estructural, que estaría empleando el Mides, llegaría a casi 13 millones.
  
Bajo este panorama en marzo de 2012 el INEI presentó nuevos niveles de pobreza (entre 2004 y 2010), pero mantiene el actual método de medición de “pobreza monetaria” que puede crear grandes expectativas reduccionistas de pobreza real y afectar la gestión de programas sociales en su focalización e identificación nacional, ya que no mide índices de desarrollo humano ni de oportunidades humanas, como  la desnutrición crónica infantil, o la inequitativa cobertura de acceso y calidad de servicios básicos del Estado.

Los programas sociales, aunque necesarios temporalmente para aliviar a los más necesitados, no resuelven el grave problema de nuestra elevada pobreza, especialmente en el área rural (53%) que triplica descomunalmente a la urbana (16.6%). La forma de reducirla es distribuyendo mejor la riqueza, combatiendo la desigualdad, creando empleos, mejorando la salud, educación, infraestructura y saneamiento, aumentando la remuneración mínima vital para cubrir la canasta familiar y promocionando la inversión productiva.

Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 16 de noviembre de 2013 



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