Artículos de opinión de Alfredo Palacios Dongo

GRAVE VULNERABILIDAD DE NUESTRA ANCHOVETA


Durante la última temporada de pesca de anchoveta (22 de noviembre a fines de enero), técnicamente no se debió autorizar su extracción por la reducida cantidad de biomasa desovante (reproductores) en nuestro mar –menor a 6 millones de toneladas métricas (TM)–, sin embargo, el Ministerio de la Producción (Produce) fijó una cuota “social” de 810 mil TM para la pesca industrial, aunque el promedio en temporadas similares desde 2001 fue de 2.4 millones TM. El pasado 29 de enero Produce anunció la incautación de 1,901 TM de anchoveta juvenil en Chimbote, Huarmey, Supe, Huacho y Coishco, estando involucradas 6 grandes empresas pesqueras industriales: Tasa, Copeinca, CFG Investment, Hayduk, Austral Group y Diamante.

Aunque la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP) argumente que dicha captura fue involuntaria, y Produce manifieste lo contrario, la pesca de anchoveta juvenil representa una grave irresponsabilidad por tratarse de peces de 8 a 9 centímetros (5 a 6 meses de edad) con gran impacto sobre la sostenibilidad del recurso y como alimento a otros peces de consumo humano. Se debe extraer peces adultos mayores entre 14 y 20 centímetros (1 a 2 años de edad).

Es alarmante que la biomasa desovante óptima de anchoveta –y usual– de 7 a 10 millones de TM se haya reducido en 41%, hasta 4 a 6 millones, poniéndose en riesgo su sostenibilidad, sin siquiera mantenerse una reserva para imprevistos ambientales. Tal preocupante brecha es generada por acción humana, por excesiva pesca de anchoveta juvenil –hasta descartada (inservible) en alta mar para evitar multas–, por pesca mal declarada y “pesca negra” (no registrada), pero también por razones climatológicas, por aguas calientes producidas por el Fenómeno del Niño o por las ondas Kelvin. La anchoveta requiere temperaturas frías (0.4°C) para reproducirse.

Bajo este panorama, nuestro país es el principal productor mundial de harina de pescado con 900 mil TM anuales (22.5% del total mundial de 4 millones) y su precio incrementado en 60% –US$ 2,000 la TM– incentiva su extracción, destinándose casi la totalidad a la industria de harina y aceite, a pesar que requerimos más para consumo humano directo por su importancia alimenticia para nuestra población.

Para evitar su depredación se requiere mayor control y supervisión de Produce pero con 200 inspectores para verificar toda la flota y desembarques es insuficiente. Además se requiere más apoyo, convicción y compromiso de las empresas pesqueras. Ya tenemos la experiencia depredadora de anchoveta en la década del 70 en que irresponsablemente se extrajeron más de 12 millones de TM y en los años posteriores desapareció de nuestro mar.

Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 23 de febrero de 2013

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