
De los seis factores que analiza el estudio, en tres de ellos nos encontramos a la zaga con bajísimos niveles de puntuación. En investigación y desarrollo (6.9% sobre 100%) por el ínfimo gasto del gobierno y del sector privado; las mínimas patentes registradas y la baja recepción de regalías y aranceles por licencias. En infraestructura (11.9% sobre 100%), por los reducidos gastos del mercado en hardware, software y servicios y la baja cantidad de computadoras, servidores de internet, y conexiones de banda ancha. Y en capital humano (22.1% sobre 100%), por la baja cantidad de estudiantes universitarios en carreras de ciencias, proyectos, desarrollos de aplicaciones y de web.
El asunto es que sufrimos una grave ausencia de propuestas de impulso a la innovación, la ciencia y la tecnología. Nuestro porcentaje de inversión en todo el sector tecnológico es el más bajo en América Latina (0.15% del PBI) –US$ 4 anuales por habitante– a diferencia de Argentina, Chile y Brasil que invierten entre 0.5% y 1%. En la industria de banda ancha, redes esenciales para la competitividad de las empresas –internet, velocidades de bajada y enlaces fijos y móviles–, ocupamos el último lugar en Sudamérica con 2.9% habitantes con acceso, a diferencia de Chile (9.7%), Argentina (9.3) y Uruguay (8.5).
En este contexto, considerando que las tecnologías de la información se están convirtiendo en un índice de progreso económico y social en el mundo, el gobierno debería incrementar la inversión al sector tecnológico, y asimismo, incentivar esfuerzos coordinados con empresas privadas y universidades para que inviertan en tecnología con el fin de fortalecer la competitividad del país, incrementar el emprendimiento y la calidad de vida de la población, así como mejorar la investigación y la capacitación tecnológica de nuestro recurso humano.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 26 de setiembre de 2009