Artículos de opinión de Alfredo Palacios Dongo

TRATADO DE COOPERACIÓN AMAZÓNICA Y DEFORESTACIÓN DE NUESTRA AMAZONÍA

El 25 de noviembre pasado se realizó en Iquitos la IX reunión de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), la cual está conformada por los cancilleres de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, países que cuentan con región amazónica como parte integrante de su territorio. Este territorio amazónico regional tiene una extensión de 7.5 millones de kilómetros cuadrados (más del 40 % del territorio sudamericano), cuenta con una enorme diversidad biológica y allí se concentra el 20% del agua dulce del planeta y, a través de sus bosques, se genera el 50% del oxígeno puro que respiramos en toda la humanidad.

Sin embargo, llamó mucho la atención que en esta reunión -que según la estructura de la organización, los cancilleres son el máximo órgano y se encargan de establecer las políticas y directrices básicas que coadyuven al desarrollo sostenible en la amazonía- solo estuviera presente, como anfitrión, el canciller peruano Oscar Maúrtua y, lamentablemente, no asistieran los otros siete, desmereciendo este importante evento y pasando casi desapercibido.

Esta actitud displicente de sus miembros se explica por el historial del Tratado de Cooperación Amazónica (TCA). Este fue suscrito en Brasilia en julio de 1978 con el objetivo de “realizar esfuerzos y acciones conjuntas para promover el desarrollo, la preservación del medio ambiente, conservación y utilización racional de los recursos naturales de los territorios amazónicos”, pero estuvo prácticamente inactivo por más de 20 años, debido a su apatía institucional y por el escaso reconocimiento social de los países miembros como una prioridad para los Estados. Recién en noviembre del 2002 se crea la OTCA, dotada de personalidad jurídica y a fines del 2003 la Secretaría General, como ejecutora de políticas concertadas para el desarrollo sostenible de los territorios amazónicos.

En este panorama, en el que, según este tratado, prima la responsabilidad de los países miembros de conservar los recursos naturales amazónicos, el Perú, que tiene un territorio amazónico de una superficie de 956,700 kilómetros cuadrados (equivalente al 74% del territorio nacional y al 12,6% del territorio amazónico regional) y cuenta con 78.8 millones de hectáreas de bosques naturales, presenta una grave deforestación a causa de la proliferación de cultivos de coca y, asimismo, por una implacable extracción selectiva de madera y tala indiscriminada, especialmente de caoba y cedro. Esta situación afecta, en gran escala, la biodiversidad, el paisaje, la producción y además, influye en el calentamiento global y en la disminución de agua dulce, recurso cada vez más escaso y codiciado en el mundo.

Según la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), 2.3 millones de hectáreas de nuestros bosques amazónicos habrían sido deforestadas en las últimas décadas para sembrar coca (se calcula en 286.600 hectáreas la deforestación anual, a una tasa del 0.4%), pero lo más grave es que por cada hectárea de coca se utilizan cuatro de cultivos alimentarios. Del mismo modo, según el biólogo español José Álvarez, uno de los científicos del Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana (IIAP), el 95% de la caoba que sale de nuestra Amazonía es ilegal y está ocasionando un desastre medioambiental. La extracción ilegal no solo afecta las áreas dedicadas a la producción forestal, sino también a las áreas naturales protegidas, por ejemplo, en Pacaya–Samiria, una de las más grandes, con una extensión de 20.800 kilómetros cuadrados, operan diariamente entre 300 y 500 madereros.

El actual gobierno ha tenido una actuación muy deficiente en cuanto a la conservación de nuestros recursos naturales en la amazonía y el próximo gobierno que asuma en julio del 2006 debería tomar muy en serio los cálculos de Devida, según los cuales, la reforestación de una hectárea de bosques cuesta alrededor de US$ 1.500 (tenemos 2.3 millones de hectáreas deforestadas) y se necesitarían entre 50 y 70 años para recuperar la flora de la amazonía peruana y, del mismo modo, si no se toman urgentemente las acciones correctivas, la proliferación de cultivos de coca acabarán con la selva amazónica de nuestro país en menos de 250 años.

Publicado en el diario EXPRESO, fecha 29 de diciembre de 2005

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