Actualmente
nuestra población nacional registra 31’150,000 habitantes, de ésta, la
población juvenil (15 y 24 años) ocupa el 27% (8’410,000), de los cuales
5’067,000 conforman la PEA. El
pasado día 24 la Corporación Andina de Fomento (CAF) presentó el Reporte de
Economía y Desarrollo (RED) 2016 “Más habilidades para el trabajo y la vida”,
en su capítulo 4 trata sobre las dificultades que enfrentan los jóvenes de
América Latina para insertarse laboralmente, en el caso peruano señala que
entre los que finalizan su educación 60% consigue un empleo, pero solo 17% un
empleo formal, el 22% consigue un empleo independiente (la mayoría subempleados
con ingresos menores al sueldo mínimo vital), el restante 18% ocupa trabajos
familiares sin remuneración o trabajos precarios (sin aportes para su
desarrollo laboral).
Los
jóvenes que terminan su educación se demoran, en promedio, 9 meses para
conseguir un empleo asalariado, y hasta 2 años y medio por un empleo decente
(contratados, con ingresos suficientes y beneficios de salud y previsión
social). También la informalidad laboral juvenil es altísima, según la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) llega a 82% (una de las 4 más
altas a nivel regional) afectando más de 1 millón de jóvenes, en microempresas sobrepasa el 90%, y hasta en
empresas formales 72% trabaja en malas condiciones, con bajos ingresos,
inestabilidad laboral, desprotección y sin derechos sociales ni laborales.
La Cámara
de Comercio de Lima (CCL) nos advierte sobre otra dramática realidad, un millón
de jóvenes peruanos entre 15 y 24 años no estudian ni trabajan (ninis),
igualmente, para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
los jóvenes peruanos ninis entre 15 y 29 años llegan a 26.7% en mujeres y a
15.4% en hombres. La mayoría de jóvenes ninis proviene de hogares pobres o
vulnerables que no encuentran oportunidades de estudio o trabajo y están
expuestos a caer en delincuencia o drogadicción.
Bajo este
panorama, los jóvenes peruanos son uno de los grupos sociales más vulnerables,
postergados y relegados de las prioridades en agendas públicas, el gobierno
debe mejorar esta crítica situación promoviendo la generación de empleo juvenil
y reforzando la capacitación
laboral con programas en formación académica y técnica para desarrollar sus
capacidades productivas, porque la
población juvenil representa un valioso potencial de capital humano,
imprescindible para mejorar la productividad nacional, favorecer el crecimiento
económico y alcanzar nuestro desarrollo sostenible.
Artículo
de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 5 de noviembre
de 2016