
Lo cierto es que alrededor del 90% de la cooperación recibida en el Perú para la lucha antidrogas proviene de EE UU, pero ha disminuido drásticamente en más del 50%, desde US$ 120 millones el 2004, hasta US$ 57 millones el 2010. Esta reducción se debería a: 1) Los magros resultados de nuestra estrategia antidrogas; según los 4 últimos monitoreos de cultivos –entre 2004 y 2008– de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), se ha incrementado sostenidamente el cultivo de hojas de coca, de 48,200 a 56,100 hectáreas (variación promedio anual +5.3%) y la producción de cocaína, de 260 a 302 toneladas (+5.2%); 2) La disminución en el envío de cocaína a EE UU desde el Perú, siendo actualmente Europa el principal destino; 3) La crisis financiera internacional; y 4) Los elevados recursos que EE UU destina al Plan Colombia, sumando más de US$ 6,000 millones desde el año 2000.
Bajo este panorama y considerando que la cooperación europea es mínima, el gobierno debe reiterar a EE UU y la Unión Europea, con argumentos y convicción, sobre la corresponsabilidad como compromiso obligado entre países productores y consumidores, ya que la amenaza del narcotráfico y las drogas afecta la seguridad y gobernabilidad de todas las naciones.
Asimismo, el gobierno debería incrementar los irrisorios recursos que asigna para enfrentar el narcotráfico, el que coludido con el terrorismo avanza peligrosamente en nuestro país, distorsionando la economía y el desarrollo, alterando la convivencia social, y como factor de corrupción atentando contra los valores e instituciones, pudiendo además convertirnos en el corto plazo en el primer país productor de cocaína a nivel mundial.
Publicado en el diario EXPRESO, fecha 30 de enero de 2010